domingo, 3 de julio de 2011

In Memoriam a don Víctor Villegas:



Tenía el presentimiento de que al abrir el correo este domingo con algo sorpresivo me iba a encontrar. Y así fue, don Víctor Villegas, mi profesor en los finales años 60s, se nos escapaba justamente en los días santos, porque su vida entregada a la poesía y literatura, como al paseo y tertulia de la nostágica calle El Conde, era todo una existencia íntegra y llena de sabor de la vida.-

A Don Víctor hay que verlo como el poeta, el abogado, el revolucionario, el tertuliano, el maestro, el dado a la anécdota, el escritor, el hombre de la mansedumbre. Así lo describo, quien me visitara asiduamente en la Biblioteca Nacional cuando yo la dirigíera en los años 80s, a veces junto a Fernández Spencer, con quien cultivó Yelidáh. -

No sabía de él que tan prolijo fue en la literatura, lo fuera además en prole, en la procreación de familia. En su rostro se adivinaba un semblante risueño, campesino y de hablar pausado, pero en ocasiones brotando ideas intempestivas, como afirmando oportunamento sus juicios acerca de los temas en discusión.-

Remenbranzas tengo de su hablar paseando en la clase a la manera aristotélica y a veces sentado luego de una larga narración en literatura universal, que dominaba con esmero y profusión, propio del talante fecundo de un poeta nacional e internacional, como testimonio de ello los premios que recibió en vida. Poseía una memoria envidiable y así recitaba los textos de la literatura universal enseñada en la Facultad de Humanidades de la UASD.-

Ahora los hálitos de su mundo poético parten como crisálida a lo insondable para continuar tertuliando, flotando en nuevos mundos desconocidos por "los límites de la razón", que no puede penetrar en los noumenos. Al final, la poesía y el alma se fusionan en lo misterioso, dado a que surgen de la creación enigmática e indescriptible de que está preñada la naturaleza de su ser.

Maestro Nolberto Luis Soto.-

Fecha: 24 abril del 2011.-

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